EL CICLO
DEL AGUA ES EL DE NUESTRA VIDA.
“Soy nacida y criada entre ríos. He jugado y buceado
en sus eternas aguas fluviales. Conservo el recuerdo del caudal azaroso y del
vaivén de corrientes arrastrando el neumático de caucho, que medio inflado aguantaba
mi cuerpo mojado, haciendo giros bruscos hasta chocar con las rocas que, justo
antes de llegar a los tan temidos remolinos, ponían fin al arriesgado recorrido.
He crecido y flotado en las aguas, tan turbias, tan frías, tan vivas, de esa
faja de líquido vidriado. Aún puedo sentir el sabor mezclado de tierra con
algas y mi cara cortada por el agua
helada, de aquellos ríos a los que estoy ligada desde siempre…….”
Qué
distinto es actualmente. Lamento el desorden en todo. Un desmadre cultural, un
genocidio ambiental y el agua, es también expresión de ello.
Vivo en
un mundo deshumanizado, donde predomina el beneficio ultra, el saqueo, la
codicia extrema.
El
problema del agua ya no es una cuestión científica, sino de reparto de poder
entre grandes corporaciones*. Los Planes Hidrológicos, son planes para el
reparto del agua, son pura especulación, puro poder. Agua vendida a empresas
internacionales, eso sí, de forma muy democrática, interponiendo el negocio por
encima del ser humano. Hoy rige el mercadeo de apropiación del agua porque es
este un bien estratégico.
El agua es
un recurso preciado, porque genera electricidad, nos facilita la higiene y
proporciona el confort. Precisamente en
busca del llamado “bienestar” se justifica su sobreexplotación, se permite el
destruir nuestro entorno. El ansiado progreso tiene una gran trampa y hay que
conocer su vertiente: genera dependencia. Por eso aceptamos lo que nos digan,
por eso nos adaptamos a todo lo que nos venden como “mejora”, pero no nos
engañemos, eso no es progreso. El propio sistema, que nosotros hemos creado, es
una losa que nos está asfixiando, y tanto el Estado como sus dirigentes, son
cómplices de toda esta situación. La
Administración, que debería ser independiente, integrada por profesionales de
carrera, está a merced de ese sistema, que l@s dirigentes polític@s, con avidez,
se encargan de mantener.
Asistimos
a una crisis profunda, pero no tan financiera, sino de valores. Hoy ya nadie
cree en nadie y apenas creemos en nada. Existe un inquietante control de
recursos y nos manipulan abiertamente para hacernos creer que lo público nunca
funciona.
Las
concesiones de agua son ventas supra generacionales, (70 años o más), cuya
titularidad, aparentemente, conserva el Estado, pero verdaderamente lo que organiza
es su mercadeo, la venden, la ceden, la cambian…siempre con contraprestación
que sólo repercute a un@s poc@s.
Destruyen
los ríos y los territorios para terminar haciendo centros de interpretación de
esos ríos y territorios, hay decisión más incoherente que esa? Cualquier día se
privatiza la atmósfera, el cielo, el aire…
El agua
es nuestra, no de ninguna empresa. Y si nos equivocamos en su utilización
pública, hay que dejar que aprendamos para poder superarnos y hacerlo mejor.
A las personas
expertas ya no se les escucha, las aburren y entretienen con estudios que
demuestran que los embalses no son positivos para luego archivarlos y darles
carpetazo. A los colectivos y los pueblos, que son quienes padecen las sequias y presencian el agotamiento de sus ríos y/o
manantiales en primera persona, no se les atiende en los despachos. Se les
dicen que no es para tanto y que hay que ser solidarios.
Estos son
nuestros representantes, los que verdaderamente inventan los problemas, no los
solucionan. La grandeza de la democracia es el respeto a las minorías, pero nos
hacen masticar la dictadura de una minoría. Y es tan grande el sistema de
destrucción que han creado que al resto nos resulta difícil pensar y mucho más actuar.
Debemos
tomar conciencia de lo que pasa y
entender verdaderamente qué es el agua: un bien único de la tierra, con el que
todos los seres humanos tenemos una
vinculación especial. Forma parte consustancial de nuestro territorio, de
nuestra gente. Estamos ligados a nuestros ríos porque estos expresan los sentimientos
de nuestro pueblo, son patrimonio de la identidad de las personas, son testigos de cómo nacen y se desvanecen
nuestras vidas con el paso del tiempo.
Visualicemos
su fluir, su belleza, el misterio de su origen y la magia de su fin. El rio
forma parte de otro mundo, que apenas sobrevive, el de las emociones. El agua, tan venerada por
las religiones, por los pueblos, símbolo de pureza y de hospitalidad, está vinculada a nuestra cultura. Si
destruimos ese estrecho lazo, acabaremos siendo depredadores, acabaremos con
todo.
El problema
del agua, en realidad es el problema de lo que está ocurriendo en el colectivo
humano. Estamos destruyendo la identidad de un territorio.
Por eso,
hay que apelar a la inteligencia colectiva, la ciudadanía tiene que actuar, ir
al grano, expresarnos con un lenguaje políticamente incorrecto.
Me
pregunto ¿qué pensamos dejar a las generaciones venideras?
Lo que
llamamos crisis es el principio del final de algo ya pasado, o el comienzo de
algo nuevo, no sabemos aún si mejor o peor. Eso dependerá de nosotr@s.Lo que
hemos vivido hasta ahora ya no vale. Asistimos a un momento de cambio, es un
nuevo tiempo, construyamos un mundo mejor. Digamos basta al abuso de las
personas y de los pueblos, digamos basta a la destrucción de los ríos y sus
entornos. Luchemos por una “nueva cultura del agua”.
**En 1885,
el Jefe indio Seattle contestaba a la propuesta del presidente de Estados
Unidos de comprar sus tierras. “¿Cómo
podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra, el murmullo del agua…?
Los ríos son nuestros hermanos, ellos colman nuestra sed, llevan nuestras
canoas y alimentan a nuestros hijos. Deberéis en adelante dar a los ríos el
trato bondadoso que daréis a cualquier hermano”.
**Tuve la
suerte de escuchar a Javier Martínez Gil, Fundador de la “nueva cultura del
agua”, Doctor de Geología por la Universidad de Paris, Catedrático y profesor universitario.
Con
motivo del conflicto que tenemos en el Valle del Ega, en Navarra, donde la
Mancomunidad de Aguas Montejurra sobre explota nuestros manantiales y río en
pro de sus intereses privados, aduciendo mentiras y planes de interés general que
no existen, saltándose los requisitos legales y formales, unilateralmente. Todo
ello, con el beneplácito del Gobierno de Navarra.
Lo mismo
puede decirse de otras grandes corporaciones
(Iberdrola, Endesa..), y de otros ríos, como el Sil, en Ourense, unos de
los más bellos y más embalsados de España, arruinado por el desarrollo
sostenible.