viernes, 24 de octubre de 2014

EL CICLO DEL AGUA ES EL DE NUESTRA VIDA.

“Soy nacida y criada entre ríos. He jugado y buceado en sus eternas aguas fluviales. Conservo el recuerdo del caudal azaroso y del vaivén de corrientes arrastrando el neumático de caucho, que medio inflado aguantaba mi cuerpo mojado, haciendo giros bruscos hasta chocar con las rocas que, justo antes de llegar a los tan temidos remolinos, ponían fin al arriesgado recorrido. He crecido y flotado en las aguas, tan turbias, tan frías, tan vivas, de esa faja de líquido vidriado. Aún puedo sentir el sabor mezclado de tierra con algas y mi cara cortada por el agua  helada, de aquellos ríos a los que estoy ligada desde siempre…….”

Qué distinto es actualmente. Lamento el desorden en todo. Un desmadre cultural, un genocidio ambiental y el agua, es también expresión de ello.
Vivo en un mundo deshumanizado, donde predomina el beneficio ultra, el saqueo, la codicia extrema.
El problema del agua ya no es una cuestión científica, sino de reparto de poder entre grandes corporaciones*. Los Planes Hidrológicos, son planes para el reparto del agua, son pura especulación, puro poder. Agua vendida a empresas internacionales, eso sí, de forma muy democrática, interponiendo el negocio por encima del ser humano. Hoy rige el mercadeo de apropiación del agua porque es este un bien estratégico.
El agua es un recurso preciado, porque genera electricidad, nos facilita la higiene y proporciona el confort.  Precisamente en busca del llamado “bienestar” se justifica su sobreexplotación, se permite el destruir nuestro entorno. El ansiado progreso tiene una gran trampa y hay que conocer su vertiente: genera dependencia. Por eso aceptamos lo que nos digan, por eso nos adaptamos a todo lo que nos venden como “mejora”, pero no nos engañemos, eso no es progreso. El propio sistema, que nosotros hemos creado, es una losa que nos está asfixiando, y tanto el Estado como sus dirigentes, son cómplices de toda esta situación.  La Administración, que debería ser independiente, integrada por profesionales de carrera, está a merced de ese sistema, que l@s dirigentes polític@s, con avidez, se encargan de mantener.  
                                                                                                             

Asistimos a una crisis profunda, pero no tan financiera, sino de valores. Hoy ya nadie cree en nadie y apenas creemos en nada. Existe un inquietante control de recursos y nos manipulan abiertamente para hacernos creer que lo público nunca funciona.
Las concesiones de agua son ventas supra generacionales, (70 años o más), cuya titularidad, aparentemente, conserva el Estado, pero verdaderamente lo que organiza es su mercadeo, la venden, la ceden, la cambian…siempre con contraprestación que sólo  repercute a un@s poc@s.
Destruyen los ríos y los territorios para terminar haciendo centros de interpretación de esos ríos y territorios, hay decisión más incoherente que esa? Cualquier día se privatiza la atmósfera, el cielo, el aire…
El agua es nuestra, no de ninguna empresa. Y si nos equivocamos en su utilización pública, hay que dejar que aprendamos para poder superarnos y hacerlo mejor.
A las personas expertas ya no se les escucha, las aburren y entretienen con estudios que demuestran que los embalses no son positivos para luego archivarlos y darles carpetazo. A los colectivos y los pueblos, que son quienes padecen las sequias  y presencian el agotamiento de sus ríos y/o manantiales en primera persona, no se les atiende en los despachos. Se les dicen que no es para tanto y que hay que ser solidarios.
Estos son nuestros representantes, los que verdaderamente inventan los problemas, no los solucionan. La grandeza de la democracia es el respeto a las minorías, pero nos hacen masticar la dictadura de una minoría. Y es tan grande el sistema de destrucción que han creado que al resto nos resulta difícil pensar  y mucho más actuar. 
Debemos tomar conciencia de lo que pasa  y entender verdaderamente qué es el agua: un bien único de la tierra, con el que todos los  seres humanos tenemos una vinculación especial. Forma parte consustancial de nuestro territorio, de nuestra gente. Estamos ligados a nuestros ríos porque estos expresan los sentimientos de nuestro pueblo, son patrimonio de la identidad de las personas,  son testigos de cómo nacen y se desvanecen nuestras vidas con el paso del tiempo.
Visualicemos su fluir, su belleza, el misterio de su origen y la magia de su fin. El rio forma parte de otro mundo, que apenas sobrevive,  el de las emociones. El agua, tan venerada por las religiones, por los pueblos, símbolo de pureza y de hospitalidad,  está vinculada a nuestra cultura. Si destruimos ese estrecho lazo, acabaremos siendo depredadores, acabaremos con todo.
El problema del agua, en realidad es el problema de lo que está ocurriendo en el colectivo humano. Estamos destruyendo la identidad de un territorio.
Por eso, hay que apelar a la inteligencia colectiva, la ciudadanía tiene que actuar, ir al grano, expresarnos con un lenguaje políticamente incorrecto.
Me pregunto ¿qué pensamos dejar a las generaciones venideras?
Lo que llamamos crisis es el principio del final de algo ya pasado, o el comienzo de algo nuevo, no sabemos aún si mejor o peor. Eso dependerá de nosotr@s.Lo que hemos vivido hasta ahora ya no vale. Asistimos a un momento de cambio, es un nuevo tiempo, construyamos un mundo mejor. Digamos basta al abuso de las personas y de los pueblos, digamos basta a la destrucción de los ríos y sus entornos. Luchemos por una “nueva cultura del agua”.

**En 1885, el Jefe indio Seattle contestaba a la propuesta del presidente de Estados Unidos de comprar sus tierras. “¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra, el murmullo del agua…? Los ríos son nuestros hermanos, ellos colman nuestra sed, llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano”.

 **Tuve la suerte de escuchar a Javier Martínez Gil, Fundador de la “nueva cultura del agua”, Doctor de Geología por la Universidad de Paris, Catedrático y profesor universitario.
Con motivo del conflicto que tenemos en el Valle del Ega, en Navarra, donde la Mancomunidad de Aguas Montejurra sobre explota nuestros manantiales y río en pro de sus intereses privados, aduciendo mentiras y planes de interés general que no existen, saltándose los requisitos legales y formales, unilateralmente. Todo ello, con el beneplácito del Gobierno de Navarra.

Lo mismo puede decirse de otras grandes corporaciones  (Iberdrola, Endesa..), y de otros ríos, como el Sil, en Ourense, unos de los más bellos y más embalsados de España, arruinado por el desarrollo sostenible. 

viernes, 3 de octubre de 2014

EL CUCHILLO QUE SALVÓ LA VIDA A ADELA.

Trabajé en Vigo, hace ya algunos años, con mujeres marcadas por la lacra social del maltrato. Impartía sesiones para intercambiar experiencias de violencia de género, formando grupos que, colocadas en círculo, propiciaban un espontáneo diálogo verbal y de gestos. Desde mi  posición podía  ver las miradas atentas de aquellas mujeres,  con expresión temerosa  y semblantes serios, que sin decirlo mostraban su vergüenza  por lo solas que estaban ante tanto desamparo sufrido.
Me reunía, digo, cada tarde de Jueves, en los centros sociales de  Bouzas y Teis,  los barrios más marineros de la bonita postal que recuerdo de Vigo.
Una  vez por semana en aquellos locales, les sonsacaba sucesos de los que preferían no hablar, formulaba preguntas que no querían contestar, solicitaba detalles que habían deseado olvidar aunque, finalmente y a regañadientes, acababan relatando buena parte de sus vidas repletas de desamor y de violencia.
Destacaba entre todas ellas, Adela Barreiro, una mujer de mediana edad, ancha de constitución,  fuerte tanto de voz como de espíritu. Había sido condenada por dejar maltrecho, o casi muerto, a su marido. A pesar de que no era una niña y de haber pasado sus años entre rejas en el C.P. de A Lama,  mantenía  vivo cierto aire  infantil en sus expresiones. No se le quebraba la voz manteniendo su inocencia, aunque aceptaba, resignada, el estigma del castigo impuesto a su conducta mal entendida. Más tarde descubrí lo mucho le pesaba aquel suceso en su vida, el hecho que convirtió en culpable a quien primero fue la víctima. Fue la culpa tan grande que sentía, la  que la llevó Adela a empezar  a acudir a nuestras sesiones grupales.
 Cuando conocí a fondo su historia, supe que Adela Barreiro  nunca tuvo intención de matar, que sólo se defendía de un hombre que la trató como un animal, soportando una situación insostenible, que  su entorno pareció tolerar durante décadas. Incluso ella misma  se hizo inmune a los golpes, para salvar del mismo terror al que se veían sometidos sus hijas, a quienes  de vez en cuando,  también aquel hombre  pegaba y trasladaba su ira al llegar a casa, borracho de alcohol revenido. Un hombre que, según decía, nunca creía bastantes los insultos y las marcas en el cuerpo de Adela Barreiro.
Fue el azar el que cambió el curso de las cosas y de su vida. Lo que en principio era un nuevo intento de abuso con puños por parte de su marido, se encontró con un cuchillo en la encimera que pedía a gritos: “cógeme por el mango, Adela”. 
No lo planeó ni calculó, simplemente tuvo que hacerlo, “ era el cuchillo o mi propia muerte y la de mis hij@s” alegó suplicante en el estrado. Así fue como confesó que no pudo pensar dos veces si cogía o no el cuchillo que después  clavó en las entrañas de su marido, el mismo cuchillo con el que dos minutos antes pelaba patatas, aunque quiso el destino que no le causara la muerte, sino sólo dejarlo lisiado. Pero no,  Adela Barreiro nunca tuvo  intención de matar….
El caso se cerró, como uno más  de violencia familiar, pero nadie se preguntó si el resultado fue consecuencia de una violencia  que no comenzó por su parte. No era Adela quien pegaba, insultaba ni humillaba a su marido e hijas. Ella sólo se defendió de un daño que, ese día,  iba a ser inminente. ¿Acaso es que no podía responder a los abusos que le estaba causando? Se dejó la calificación de legítima defensa en manos de terceros, que hicieron la interpretación subjetiva equivocada, que si imperaba la ley de la proporcionalidad, que si el daño causado no debe mayor que el que se trate de evitar, bla,bla,bla….Qué podía hacer Adela sino defenderse?
Repudio la violencia por igual, venga de hombre o de mujer, pero lo cierto es que la violencia femenina es más defensiva que ofensiva y menos física que psicológica. Puedo asegurar que trabajar la inserción con mujeres  es mucho más productiva. Con hombres es casi imposible, porque ellos siempre tienen una excusa para justificar el hecho violento.  A nosotras, nos puede siempre la culpa.
Aquellas mujeres de Vigo compartían algo en común, el que nadie pusiera valor a su existencia y la penuria de haber sufrido malos tratos toda su vida  de su pareja, de su padre, u otro miembro masculino en su familia).
No habrá mañana que se levanten sin aquellos hombres  como primer pensamiento. Y  yo volvía a mi casa con sensación agridulce, con la imagen del círculo de las mujeres más valientes que he conocido nunca y que  han dado fuerza a muchas de mis pérdidas y decisiones. 

Propuesta:

¿Conoces algún caso de enfado de  un hombre/mujer  en el que adoptara actitud violenta y el motivo por el que adoptó esa actitud violenta? Los motivos son la base de la actividad. Los hombres no suelen tener motivos. Las mujeres suelen mostrar violencia por  padecer ellas mismas algún tipo de violencia.